domingo, 21 de noviembre de 2021

PROBADORES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Por norma general, no suelo comprar ropa en tiendas. Primero, porque puedo confeccionarla y diseñarla a mi gusto, me sale más barato, tengo las máquinas y cumplo con mi estándar de calidad... peeero a veces, me descarrilo y caigo en la tentación de un bonito vestido.

Porque cada vez que paso por la vitrina... ahí está, bien estiradito diciéndome: Hey tú güapa, cógeme! ...Porque “para acortar camino” me desvío, lo saco del perchero y veo delante del espejo qué tal le calza a mi humanidad... Finalmente, a la tercera oportunidad, simplemente me lo chanto encima.

Fue en ese momento con el vestido a medio poner que llegó una encargada a decirme que por "protocolo sanitario", las prendas NO SE PUEDEN PROBAR y que tenía que llevármelo para la casa, probarlo allá y si no me quedaba, volver a la tienda llevarme otro, y así.

Yo pensaba que a estas alturas esa historia ya no corría. Sobre todo después de las vacunas, el término del "estado de excepción" y a todos los resguardos que se toman al entrar a un local... pero no, es algo que cada tienda decide.

Uso de Probadores

Entonces, que pasa si el vestido me queda mal y no quiero otra talla porque es el diseño, el que no me favorece?? y eso, a veces no se nota a simple vista hasta que te lo pruebas... Como una cintura que queda a medio camino hacia el busto o cortes que no calzan donde deben, por ejemplo.

A mí, esto me huele más a que al comercio le CONVIENE tener los probadores cerrados, especialmente grandes tiendas y retail, porque es una compra al fin y al cabo que puede traducirse en cualquier otra cosa o quedar botada en un cajón... Porque lo pagas en cómodas cuotas de toda la vida con tarjetas que el mismo local se encarga de ofrecer.

Las tiendas chicas por el contrario, si permiten el uso de probadores porque entienden que la experiencia de tocar la ropa y ver cómo queda, INFLUYE directamente en la decisión de COMPRA. Más aún que en Chile, no existe una estandarización en el tallaje y lo que una tienda ofrece puede quedar muy mal respecto a otra con la misma talla.

Podrán haber trucos para sacar más o menos a ojo lo que nos queda... o simuladores virtuales con tecnología que aseguran las formas, pero NUNCA será lo MISMO que el ejercicio de probarse porque desde el punto de vista antropométrico, todos somos distintos aunque el fast fashion y la moda pasajera intenten decirnos otra cosa.

En resumen, si no te pruebas no tienes cómo saber si te queda bien, porque no siempre le apuntas y terminas comprando algo que no te sirve o llevándote por conformidad cualquier cosa que hay en la tienda, te guste o no. Sin mencionar, el gasto en locomoción, bencina, estacionamiento, tiempo, esfuerzo... Total, porque te gustó un vestido terminas con un cojín para un sillón que no tienes y dos fundas de cama de ocho mil hilos. PAFF!!!!

Es tan absurda la norma, que mucha gente termina probándose en el baño del Mall o salen de la tienda, se colocan la ropa en el pasillo o en la entrada misma... y si les queda mal, dan un paso hacia atrás y lo cambian.

Creo que ahora que viene fin de año con sus compras alocadas y estreno de atuendos para año nuevo, hay que ser más conscientes que nunca de las compras de ropa industrializada. No sólo porque tenemos todas las de perder sino porque los materiales utilizados para su confección suelen ser de corto ciclo... Yo por lo menos, intentaré alargar la vida útil de mi vestido lo más posible, cuidando su lavado y modificandolo en el futuro si es necesario.


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Gatito