Creo que no existe creativo, por muy riguroso y ordenado que sea, que no tenga un listado ENORME de tareas por terminar. Siempre, hay tanto por hacer, por experimentar, por aprender.
Procrastinar puede ser tentador. La emoción que genera comenzar una nueva labor no tiene precio... y mantener esa misma gratificación a largo plazo requiere gran fuerza de voluntad, que es precisamente la parte que suele flaquear.
La lista de pendientes es un compañero inseparable en el mundo de las ideas, pero también puede convertirse en un desafío si los proyectos se arrastran por demasiado tiempo.
En mi caso, tengo pendientes que llevan años persiguiéndome. Algunos, a punto de finalizar. A esos les tengo cariño porque hay mucho tiempo invertido en ellos y tengo la esperanza que algun dia les llegue su oportunidad.
Otros, están apenas esbozados y aparecen cada cierto tiempo como un recuerdo fugaz o porque al abrir una caja, mueble, estante... Ahí está, “ESO” que parecía tan importante en su momento, pero que por diversas razones quedó "a la espera"... como salemos autoengañarnos.
En cambio hay otros, que sólo son una vaga idea de algo que podría ser. Son pendientes con poca estructura y se pierde interés facilmente o se olvidan.
También me ha pasado, que una idea que parecía grandiosa en mi cabeza, al llevarla a la práctica, no cumple con las expectativas que me había formado. En esos casos, prefiero tomar distancia y buscar un nuevo enfoque, si es que lo tiene. Si no, es preferible descartar.
No es fácil tomar esta decisión porque hay un sentimiento asociado y podemos llegar a empecinarnos con la idea, sabiendo internamente que no va a funcionar. Ahí, es preferible echar mano a la intuición porque siempre tiene los mejores consejos.
Es curioso cómo a veces se siente una seguridad total que el proyecto “debe ser así” y todo fluye. Mientras que en otros, las cosas se atoran y parece que se navega en contra.
A fin de cuentas, como la mente funciona más rápido que la acción, los pendientes se acumulan y se necesitan grandes dosis de disciplina, perseverancia y motivación para tomar una de esas “miguitas” que quedan en el camino y COMENZAR.
Esa es la gran tarea, por lo menos para mí, tomar la determinación de HACER y no seguir procrastinando.
Estrategias para manejar pendientes hay miles y de seguro una búsqueda rápida por Internet te dará luces de cómo afrontar este desafío, pero si me preguntan a mí, las resumiría en tres puntos:
1. Tener un cuaderno y anotar TODAS las ideas, por muy locas que estas sean. Si ayuda también dibujar, hacer scrapbook, art journal, escribir pensamientos, reflexiones y todo lo que se cruce por la cabeza. Te sorprenderá revisarlo después porque tendrás una visión de cómo funciona tu mente y tu productividad.
2. Establece un criterio de selección para cada idea. ¿Es relevante? ¿Es factible? ¿Es innovadora? ¿Aporta algo? Quizás, ahí está el desafío. Seleccionar las que valen la pena y llevarlas a cabo.
3. Cerrar los ojos y desechar todos los pendientes que lleven mucho tiempo, dejaron de entuciamar, son poco realistas, etc. (No todas las ideas son buenas, productivas o salen a la primera)
Procrastinar puede ser tentador. La emoción que genera comenzar una nueva labor no tiene precio... y mantener esa misma gratificación a largo plazo requiere gran fuerza de voluntad, que es precisamente la parte que suele flaquear.
La lista de pendientes es un compañero inseparable en el mundo de las ideas, pero también puede convertirse en un desafío si los proyectos se arrastran por demasiado tiempo.
En mi caso, tengo pendientes que llevan años persiguiéndome. Algunos, a punto de finalizar. A esos les tengo cariño porque hay mucho tiempo invertido en ellos y tengo la esperanza que algun dia les llegue su oportunidad.
Otros, están apenas esbozados y aparecen cada cierto tiempo como un recuerdo fugaz o porque al abrir una caja, mueble, estante... Ahí está, “ESO” que parecía tan importante en su momento, pero que por diversas razones quedó "a la espera"... como salemos autoengañarnos.
En cambio hay otros, que sólo son una vaga idea de algo que podría ser. Son pendientes con poca estructura y se pierde interés facilmente o se olvidan.
También me ha pasado, que una idea que parecía grandiosa en mi cabeza, al llevarla a la práctica, no cumple con las expectativas que me había formado. En esos casos, prefiero tomar distancia y buscar un nuevo enfoque, si es que lo tiene. Si no, es preferible descartar.
No es fácil tomar esta decisión porque hay un sentimiento asociado y podemos llegar a empecinarnos con la idea, sabiendo internamente que no va a funcionar. Ahí, es preferible echar mano a la intuición porque siempre tiene los mejores consejos.
Es curioso cómo a veces se siente una seguridad total que el proyecto “debe ser así” y todo fluye. Mientras que en otros, las cosas se atoran y parece que se navega en contra.
A fin de cuentas, como la mente funciona más rápido que la acción, los pendientes se acumulan y se necesitan grandes dosis de disciplina, perseverancia y motivación para tomar una de esas “miguitas” que quedan en el camino y COMENZAR.
Esa es la gran tarea, por lo menos para mí, tomar la determinación de HACER y no seguir procrastinando.
Estrategias para manejar pendientes hay miles y de seguro una búsqueda rápida por Internet te dará luces de cómo afrontar este desafío, pero si me preguntan a mí, las resumiría en tres puntos:
1. Tener un cuaderno y anotar TODAS las ideas, por muy locas que estas sean. Si ayuda también dibujar, hacer scrapbook, art journal, escribir pensamientos, reflexiones y todo lo que se cruce por la cabeza. Te sorprenderá revisarlo después porque tendrás una visión de cómo funciona tu mente y tu productividad.
2. Establece un criterio de selección para cada idea. ¿Es relevante? ¿Es factible? ¿Es innovadora? ¿Aporta algo? Quizás, ahí está el desafío. Seleccionar las que valen la pena y llevarlas a cabo.
3. Cerrar los ojos y desechar todos los pendientes que lleven mucho tiempo, dejaron de entuciamar, son poco realistas, etc. (No todas las ideas son buenas, productivas o salen a la primera)