martes, 21 de diciembre de 2010

MI EXPERIENCIA COMO COMPRADORA

Hoy en día la vida acelerada nos obliga no sólo a que todo sea desechable, sino a que también cumplas con ser un “excelente comprador”, te encalilles en cuanta casa comercial existe y compres, compres, compres, lo más rápido posible, sin pensar, sin mirar y ojalá sin preguntar...

Es triste ver todas las tiendas abarrotadas de guardias, de cámaras de vigilancia, de ropas amarradas para que no "se la lleven", de personajes arriba de tarimas... somos vigilados de manera paranoica y sin piedad, al entrar a una de estas tiendas automáticamente nos transformamos en clientes y en potenciales ladrones, una extraña dualidad que nos da la bienvenida y nos discrimina, más aún si eres de los que gusta ver todo en detalle y analizar bien a la hora de comprar... pobre de ti, si te paras a mirar y te demoras un poco más de lo que el sistema de vigilancia considera "normal".

En cosa de segundos llegarán los guardias a hacer su “acto de presencia”, se pasearán por el lado tuyo, te mirarán por el rabillo del ojo con desconfianza... ya desde ese momento no eres comprador, sino más bien una mortal amenaza... Mala idea si te agachas en algún estante, porque rápidamente serás apuntado por las cámaras de seguridad, seguido, acosado y para rematar, después de todo eso, debes dejar tus radiantes luquitas en caja con tu mejor sonrisa... mejor aún si das tu RUT porque así te tienen fichadito, identificado completamente y además saben lo que compras.

Todos hemos sentido en algún momento esta sensación de acoso incómodo, perseguidos como delincuentes al entrar a comprar, ya sea en una farmacia, supermercado o tienda de retail. Es lamentable que estemos llegando a niveles donde todos somos enemigos y en donde se parte del hecho de que vienes a robar y no a comprar, no existe el "inocente hasta que se pruebe lo contrario", acá somos todos ladrones y para el retail esa es la consigna.

Gatito